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Budapest, suspendida en el tiempo

Los húngaros llegaron hace mil años antes la habitaron los romanos, y después la ocupa.La capital de Hungría esconde tesoros por descubrir para los viajeros que quieran dejarse conquistar esta urbe que frontera entre la Europa occidental y oriental. pesar de sus 2.000 años de historia y de haber sido protagonista de los episodios más importantes de la historia europea del siglo XX, Budapest continúa siendo una gran desconocida para la mayor parte de los viajeros internacionales.

El Danubio, sus baños termales, la animada vida cultural (música clásica, escultura, opera y museos), su historia y su arquitectura, son los recuerdos que el viajero que acuda a esta capital a medio camino entre la Europa occidental y la Europa oriental, conservará para siempre de la moderna capital creada a finales hace 100 años de una unión de las ciudades de Buda y Pest. Su epicentro es el paseo Andrassy, una joya de la arquitectura de principios del siglo XX, y espacio reconocido como patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Esta avenida, que a principios de siglo rivalizaba con los grandes bulevares de Berlín o París en elegancia y animación, es el recuerdo del esplendor que experimentó la Hungría de principios del siglo XX.

En unión con Austria o independiente, Budapest fue capital de un estado que se extendió mucho más allá de las actuales fronteras y que fue el escenario donde la emperatriz Sisi fue uno de sus personajes más conocidos. Opera, museos y baños termales De hecho fue este histórico personaje quien inauguró el destacado Teatro de la Opera (www.opera.hu)de Budapest situado en la avenida Andrassy, junto con su marido el Emperador de Austria Francisco Jose I, convirtiéndolo en uno de los más bellos de Europa.

El teatro mantiene hoy su actividad operística, y es posible también conocerlo en visitas guiadas en castellano. A este edificio se puede llegar en metro ya que a supuesta para la línea uno del Metro de Budapest (http://hampage.hu/trams/fav4/e_index.html), el primero de la Europa continental, que demuestra el esplendor de la urbe centroeuropea. Recién restaurada, la línea uno del metro es también hoy una auténtica atracción turística que recorre el paseo Andrassy justo por debajo manteniendo su recorrido hasta el parque de la ciudad. Situado en el otro extremo de la avenida Andrassy, la zona de recreo está integrada por el Parque del Milenio donde una monumental plaza dedicada a conmemorar el milenio de la llegada de los fundadores de la patria húngara distribuye a sus lados varios museos de bellas artes y deja detrás suya el Parque de la Ciudad que alberga castillos, piscinas termales, el zoo e incluso una pista de hielo que, en a modo de postal invernal, permite patinar sobre hielo en lo que en verano es un lago.

El Danubio en su esplendor Este bulevar, situado en la zona llana de Budapest en lo que fue la antigua ciudad de Pest, se extiende en dirección contraria hasta el Danubio, cuya orillas rodeadas de bellos edificios renacentistas se puede recorrer caminando o en algunas de las líneas de tranvía a gusto del viajero, tanto de día como de noche, o a ser posible, ambas ocasiones. De todos los edificios que miran al río es el Parlamento de Hungría, una de las postales de la ciudad, el edificio más sobresaliente aunque no necesariamente el más visitado. A menos de un kilómetro bajando por el Danubio, y conectados entre sí por la línea 2 del tranvía, está el popular Mercado Grande Budapest inaugurado en 1897 que en 1999 obtuvo el premio internacional más valioso de la arquitectura, el Premio FIABCI Prix d'Excellence.

Un paseo, entre los dos puntos, que además permite disfrutar de unas bellas vistas al Danubio. La céntrica y animada plaza Vorosmarty y las calles peatonales adyacentes son las zonas comerciales de la ciudad para quienes disfrutan combinando compras y viajes. Sin salir de Pest, La Basílica de San Esteban, construida a finales del siglo XIX y con capacidad para 8.500 fieles es otra de las postales de la ciudad junto con la Sinagoga de la calle Mahony, la mayor de Europa, que recuerda la gran población judía que llegó vivir en Hungría, de más de 500.000 personas, antes de la II Guerra Mundial. La sinagoga ofrece hoy visitas guiadas en español con un coste de ocho euros. Decenas de museos y baños A 800 metros de la Sinagoga, y caminando sin prisas para disfrutar de los edificios renacentistas de las calle Karoly y Museum, se encuentra el Museo Nacional de Hungría una visita obligada para no despedirse de Budapest sin entender la compleja historia de este pueblo que llegó hace 1000 años desde Asia para asentarse en el centro de Europa manteniendo su lengua de origen agrofines y superando la dominación otomana durante 150 años.

Su planta alta, con las historia de Hungría del siglo XX resulta especialmente interesante. La entrada es gratuita con la Tarjeta Budapest como ocurre en otros de las decenas de museos que ofrece la capital húngara a los visitantes Junto con sus museos son sus baños termales otras de las señales de identidad de la ciudad. De la dominación otomana, que durante 150 años dominaron la ciudad, aun quedan costumbres como la afición de los húngaros por los baños termales de los que hay más de 100 en Budapest, especialmente al otro lado del Danubio donde la llanura de Pest se convierte en las montañas de Buda, la ciudad que fue sede de castillo, el Palacio de Buda y su antiguo barrio medieval, que buscaban en las alturas la protección a los pueblos que durante la historia pasaron por las llanuras del Danubio. A las faldas del Castillo de Buda, hoy convertido en la Galería Nacional, se encuentran las famosos baños termales de Geller y los de Rudas, entre otros, que son visitados por cientos de miles de turistas cada año buscando alivio a dolores musculares u óseos gracias a las agua que brotan naturalmente de las montañas a elevadas temperaturas con minerales y sales. Buda desde las alturas, a las que se puede acceder en un gracioso funicular, es además el mirador por excelencia de la ciudad.


Desde el Castillo de Buda o desde el Bastión de los Pescadores, que son otras de las postales típicas de la ciudad, es posible observar varios kilómetros de curso del Danubio, los famosos puentes de Budapest como el de las Cadenas, u contemplar el frente el Parlamento húngaro, situado en la orilla opuesta. La histórica Iglesia de Matías, también en el barrio del Castillo de buda, donde se coronaron tres reyes húngaros, situada en la misma zona es otra de las visitas tiene una rica colección de relieves de piedra, de reliquias y recuerdos de coronación. En su tesorería se puede ver las obras maestras de la orfebrería y también prendas textiles eclesiásticas. Un lugar el barrio del Castillo en Buda donde, desde la altura, poder recrear en la imaginación lo que fue la capital de la Hungría de principios de siglo XX, que competía con Berlín, París o Londres en la construcción de su metro, la vida cultural de sus museos y óperas o la belleza de sus bulevares. Un grandeza y belleza que aun conserva esta capital suspendida en el tiempo, quizás debajo de alguna capas de historia, y a la que se le une el germinar de una ciudad innovadora, joven y rompedora. Aunque para ello haya que salirse de las paseos guiados y entrar en los típicos patios interiores de edificios antiguos, a veces casi en ruinas, donde creativos, tiendas y anticuarios guardan sus tesoros para quienes además de conocer Budapest, quieran conocer también a sus habitantes y sobre todo a sus aspiraciones de futuro.


DATOS UTILES Malev, (www.malev.com) las líneas aéreas húngaras, tiene diez vuelos semanales desde Madrid a Budapest. El vuelo diario a las 8.30 de la mañana desde Madrid permite estar ya visitando el centro de la ciudad antes del mediodía. Malev pertenece además a la alianza OneWorld lo que permite combinar vuelos de Iberia y otras compañías.

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